TODO CAERÁ libera su primer álbum Homónimo: 10 cortes de rabia contenida y verdad

Desde las sombras de la periferia viñamarina, surge TODO CAERÁ que nos presenta su primer trabajo de larga duración, un álbum que condensa años de frustración, reconstrucción y catarsis colectiva. Con influencias que transitan entre el neocrust y el hardcore crust, la banda canaliza su rabia y angustia en diez canciones donde lo personal y lo político se entrelazan y funden para dar recorrido por distintos estados de ánimo.

Formados en 2018 por Leonardo, Daniel y Franki, el trío dio sus primeros pasos con un demo en 2019 que marcaría la semilla de lo que vendría. Sin embargo, como para muchos, la pandemia significó un largo periodo de pausa y reconfiguración. No sería hasta 2023 que el grupo retomaría fuerzas con la incorporación de Juan en el bajo, abriendo una nueva etapa creativa que desembocaría en el proceso de grabación de este primer álbum.

A comienzos de 2025, las baterías se registraron en Piedra Sónica Records, mientras que las guitarras, bajos y voces fueron grabadas de manera individual en distintos espacios, incluyendo La Cueva Tóxica, el estudio personal de Juan. Ya en mayo del mismo año se sumaría Emilio en la guitarra lead, completando la formación actual y aportando mayor fuerza y coherencia al sonido final del disco.

El camino no ha estado exento de dolor: en febrero de 2024, los incendios que devastaron Viña del Mar golpearon directamente a la banda, dejando a Leonardo sin hogar y obligando a un nuevo paréntesis. Esa experiencia junto con el contexto de desigualdad impregna cada segundo del álbum, transformando la tragedia en un acto de creación y resistencia.

No quisimos hacer un disco pulcro ni complaciente; queríamos que sonara honesto, que cada golpe de batería, cada línea de bajo y cada grito llevara consigo el peso de lo vivido. En ese proceso convergieron nuestras influencias del neocrust, hardcore-crust , pero también lo que nos rodea: el ruido de la ciudad, la rabia social, el olor a humo, la perdida, reconocer el sometimiento que existe en nuestro día a día y las heridas que no sanan.

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